
Morí y renací en cada cosa que he creado, siempre conflictuada entre el deseo de libertad y la seguridad, anhelando en cada paso poder encontrar un equilibrio entre ambos componentes, como si se tratase de vida o muerte, como si elegir mi libertad simbolizara morir a la deriva por la falta de estabilidad y como si elegir vivir representara la muerte de mi alma. Sin importar cual eligiera, en ambos muero, es como si mi destino fuese elegir mi propia muerte. Entonces el dilema sería, morir siendo libre o vivir muriendo lentamente por dentro. Es muy dramático losé, siempre me caractericé por eso. No obstante ¡era cierto!
Pero ya había probado lo que es estar encerrada, ya sé lo que es vivir adaptándome a espacios que me distraen de la voz de mi alma, donde el tiempo no me alcanza, donde las prisas y las mal pasadas de comida fueron mi pan de cada día, ya sé a qué sabe el querer estabilidad a cambio de libertad, donde los salarios tan rígidos y burlones con sus ridículas reglas no te permiten vivir con dignidad porque de todas maneras lo que ingresas se gasta y no se puede obtener más porque no hay tiempo para eso a menos que sea a costa de tu salud, por eso, no lo pude soportar.
Renuncié para emprender un camino de aventuras que me sostuviera con autenticidad, pero lo que realmente hice sin darme cuenta, fue emprender un viaje sin retorno hacia la confrontación de las memorias que guarda sigilosamente mi alma en lo profundo de su hábitat, un encararme con visiones ancestrales de vidas pasadas, proceso incómodo pero necesario para comprender el porqué de mi linaje, mi gestación y mis traumas que han estado condicionándome una y otra vez, descubriendo así, mi verdadera cárcel. No me mal entiendan, tenía que ser así, de otra manera no me hubiera dado cuenta y estaría en dos cárceles al mismo tiempo, sin vivir, muriendo lento.
Emprendí creyendo saber lo que quería y cómo lo quería pero en el acto de hacerlo, me cuenta que no era lo más auténtico y me seguía moviendo desde el miedo y la búsqueda por la seguridad, siendo guiada hacia la destrucción y recreación de mis propias obras. Ahora comprendo que cada muerte simboliza cada renuncia hacia aquellas máscaras que no me representan. Cada proceso de destrucción y de mudar pieles han sido mi más profunda revelación de quién soy y porqué estoy aquí experimentando este renacer una y otra vez, procesos tan dolorosos como majestuosos, gloriosos y magníficos, donde, como la muerte promete, visitas el paraíso pero también las más profundas oscuridades.
Y me dí cuenta, que, entre más me aferraba más me dolía, entre más pensaba más me resistía pero cuando me permití fluir me ví envuelta en una nube de consuelo y provisión que no conocí antes, desde el Amor.
Entonces, aquí me encuentro, en una ciudad ajena a la mía, en una cama distinta, con personas desconocidas, en un entorno multicultural lleno de ruidos, idiomas y pensamientos distintos, preguntándome ¿Cómo es que pasé de ser una profesionista que trabajaba en una empresa prestigiosa con habilidades que me pudieron haber llevado a escalar a puestos más elevados, pero donde no veía el sol, ni la gente, ni mi tiempo, ni a mi alma, donde el trabajo era todo el día y donde solo consumía distracción chatarra con la tecnología, como pasé de ambiciones directivas a ser considerada por mí misma, como una simple aprendiz de la vida, con anhelos artísticos, con la ambición de vivir en todas partes, habitar espacios que voy haciendo sagrados con sus propios colores, expresión, buscándome en cada creación, donde el haber pasado un momento de encierro me ha brindado de los más altos entendimientos de quién soy pero que ahora, buscándose de otra manera, decido estar en otra ciudad, y aún así, sintiéndome perdida?
Ahora entiendo, que la verdadera libertad es el coraje de soltar, no sólo lo material sino soltar versiones obsoletas de uno mismo y entender que la vida es una mutación constante de uno mismo, entiendo que la verdadera autenticidad, no es tener todas las respuestas de tu vida cuando quieres, en el momento que quieres, muchas veces es más bien, escuchar las preguntas que te hace tu ser esencial y confiar en que la respuesta llegará de una o de otra manera, por medio u otro. Que el momento de la espera, es espacio de vacío, silencioso, lleno de sombras que revelan tus más profundos miedos, la incertidumbre que te enseña a confiar, confiar en el proceso, tenerte mucha paciencia, sabiendo que lo más importante eres tú mismo en este momento y que el compromiso primordial es con tu crecimiento personal. Aprendiendo a crear la Tierra Prometida desde adentro, desde el Cielo de la Consciencia, hacia lo externo y es un camino infinito que ahora abrazo y acepto con amor a mí misma, por que parte de nuestro destino es la muerte y qué mejor aprender a vivir muriendo en cada instante, sabiéndonos eternos con infinitas posibilidades, qué mejor abrazar la vejez que todos llevamos por dentro, el sabio encarnado que guía nuestro velero.
Entonces, ahora ya puedo vivir muriendo una y otra vez, disfrutando el día porque llegará la noche y descansando en la noche porque se asomará la día. Voy aprendiendo el valor de la entrega en el momento que toca vivir, donde cada muerte simboliza un nuevo comienzo donde aprender a fluir en el caos para encontrar la calma representa un gran progreso y un equilibrio entre la creación y disolución, con la certeza de saber que estoy donde debo estar, confiando en el mar de la vida aprendiendo a nadar entre olas inmensas de oportunidades de sabiduría y sabiéndome en todo momento acompañada por la vida❤️
Cyxe Alva
Caminando Hacia La Tierra Prometida
Mi más Sincero Proceso
